El (re) conocimiento de la vida a través de la educación ambiental.
“Ha sido maravilloso encontrar desde la empatía ambiental, identificaciones que tengan como pulsión la vida.” Daniel Hernández- Colaborador en el proyecto “Por la Montaña” del Centro Experiencial en Agroecología y Regeneración en Zinacantán, Chiapas y docente de la Universidad del Medio Ambiente.
Actualmente buscamos la conexión y equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, ya sea, porque nos llama la atención ese tema, tenemos ansiedad climática, extrañamos los cambios de estaciones sin temperaturas extremas o cualquier sentir que encontremos en la lucha contra el cambio climático.
Al momento de escuchar “educación ambiental” probablemente pienses que es la comunicación externa sobre este problema, aunque investigando cambiamos de pensar, ya que, en las palabras del profesor Daniel Hernández “Lo entiendo como un proceso de encuentro de… cuerpos que se informan, cuestionan, problematizan… son procesos y espacios de aprendizaje hacia la construcción de una vida en armonía y equilibrio con los ecosistemas y configuraciones del lugar. Son comunidades que potencian la vida.”
Ante toda esta problemática ha habido y existen ciertas soluciones que, analizando con detenimiento, buscan informarse, cuestionarse y aprender del entorno, lo cual, aunque no lo creamos nos lleva de la mano a la educación ambiental. No queremos brindar de la respuesta al lector de este artículo pero el identificar desde la ternura radical una problemática y brindar desde la comprensión, empatía y territorialización un apoyo comunitario para la solución o avance de esto, aunque no lo creamos es la sostenibilidad que buscamos.
Realmente suena fácil el poder lograrlo; pero es más fácil decirlo que hacerlo, ya que, el proceso no solo tiene que ver con el entorno comunitario o desafíos sostenibles, sino que tienes que reconocer(te) como parte trascendental creciendo en el entorno. Si para un docente que es colaborador en el proyecto “Por la Montaña” en Chiapas comparte que su camino para una convivencia armónica ha sido “…de mucho movimiento, cuestionamiento, acción… Ha sido duro por el (re)conocimiento de las formas de relación de las que participo y cómo ser (igual que las bondades de la Tierra) un cuerpo que interactúa con interdependencia.” ¿Qué podemos hacer nosotros; que apenas estamos germinando en este entendimiento?
Para ser sinceros lo que podemos decir en la búsqueda y funcionamiento de la educación ambiental es (re)mirándonos y (re)planteándonos las relaciones y convivencia que tenemos en el entorno, ya que, gracias a eso “podremos mitigar las disonancias cognitivas con las personas que facilitamos, ser capaces y hábiles de potenciar procesos colectivos, de co-diseño y comunitarios desde el respeto, empatía y afectividad…”
Aunque busques respuestas y encuentres más preguntas, realmente ese es el proceso de la educación ambiental que te ayudará a (re)pensarte y (re)conocerte a través de lo vivo; ampliarás la sensibilidad para encuentros más compasivos y significativos logrando el equilibrio con la vida.
Escrito por: Daniela Ocampo; Especialista en Comunicación Interna y Daniel Hernández; Docente en la Universidad del Medio Ambiente y Colaborador en el proyecto “Por la Montaña” del Centro Experiencial en Agroecología y Regeneración en Zinacantán, Chiapas y docente de la Universidad del Medio Ambiente.